sábado, 28 de febrero de 2015

Ritmos en el invernadero

La Universidad
como forma superior de convivencia culta, sí.
 

 
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domingo, 22 de febrero de 2015

El mensaje de Paloma



No fue solo una clase.
Fue también un testimonio y un espectáculo.
Con su dominio de la palabra y de la escena,
con romanticismo o con crudeza,
con datos y mucha experiencia,
mucho más allá de la mera biología,
Paloma tuvo a cien alumnos
con la boca abierta durante hora y media.
El tema lo merecía: amor y sexualidad.
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jueves, 19 de febrero de 2015

La ceniza y la cabeza



En el Diario de Cádiz leo La ceniza y la cabeza, de Enrique García-Máiquez. Reproduzco la columna íntegra:

DESDE hace diez años publico los miércoles para todo el Grupo Joly; llevo, por tanto, un decenio asombrándome cada año de la casualidad de que me toque escribir los días de Ceniza justamente a mí, columnista confesional y ritualista donde los haya. Esta vez, sin embargo, voy a aparcar la broma, no tanto por repetitiva y cansina -yo no me canso nunca de una tradición-, como porque, tras la decapitación en Libia de 21 egipcios, cristianos coptos, no estamos para chistecillos. El hecho es tan grave que exige, como nos enseñó Tomás Moro, un humor salvaje, desafiante, teológico y místico. Ya saben: cuando Moro esperaba para ser decapitado notó cierta jaqueca, pero se felicitó de que su rey, tan atento, fuera a administrarle enseguida una medicina que cortaría el dolor de golpe.

Esta tarde, cuando incline la frente para que me impongan la ceniza, sentiré que, junto al símbolo penitencial antiguo, mi cabeza se troncha (indoloramente) sobre mi cuello en un homenaje a los nuevos mártires. Se nos recuerda en los medios que Libia es el patio trasero de Europa para que entendemos lo cerca que están los bárbaros, pero en realidad están más cerca. A los 21 egipcios los han matado por creer lo mismo que nosotros: que Dios es Amor y familia trinitaria, que la Virgen es madre de Dios y que nosotros gozamos de la libertad de los hijos, pues no somos siervos sino hijos de Dios. La Semana Santa, con sus cientos de imágenes, el Rocío, todas estas fiestas que nos resultan tan íntimas como el respirar son consideradas ahí, al lado, delitos penados con la muerte. 

Y todavía están más cerca. Para los católicos, la Iglesia es el Cuerpo de Cristo y esas decapitaciones nos las hacen en Él a nosotros. Estos días he caminado entre mis problemas menores como un cefalóforo simbólico, sin cabeza para tonterías. Los cefalóforos son esos mártires, como san Dionisio o santa Winifreda, que llevan su cabeza entre las manos, como un farol o un altavoz, y siguen predicando tras su muerte. Así, exactamente, nos continúan dando ejemplo los 21 egipcios; y así estamos espiritualmente, cercenados en nuestro propio Cuerpo (Místico). 

Santo Tomás Moro explicaba a su hija Margaret, consolándola, que un hombre puede muy bien perder su cabeza y no sufrir daño alguno. Ése ha sido el caso de los mártires coptos, que murieron rezando. A nosotros nos toca ahora guardar, defender y vivir la fe que les hace inmunes.
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domingo, 8 de febrero de 2015

Ciencia en Burgos




  Uno de los directores de Atapuerca repite que fuera de la ciencia solo hay superstición. Un psiquiatra alternativo le acaba de hacer eco en la prensa local. Supongo que no se han mirado al espejo, pues lo más parecido a una superstición son sus respectivas especialidades. Basta con ver dos películas de Woody Allen para tenerlo claro respecto a la “psi”.

Aunque abundan los científicos orgullosos de su sabiduría, hay que reconocer que la ciencia es un conocimiento bastante humilde. Sin ir más lejos, ninguna ciencia tiene acceso a las realidades más humanas: el pensamiento y los sentimientos de las personas. Ninguna puede saber qué está pensando y sintiendo ninguno de los siete mil millones de seres humanos que andan por ahí, fuera de los laboratorios. Por eso, no me extraña su frustración. Dime de qué presumes, psiquiatra y excavador, y te diré de qué careces