martes, 30 de marzo de 2010

"Libro de la Pasión"









Todo el libro es una maravilla.
Ibáñez Langlois lo escribe en versículo libre y posmoderno, sin signos de puntuación. Yo me tomo la libertad de prosificar esta pequeña joya:


Era el más hermoso de los hijos del hombre. Su rostro era la eternidad pasando por los rasgos de María Virgen, suavísimos, trabajados por el Espíritu Santo desde la creación del mundo.

Sus ojos eran ver a Dios, y eran un puro mirar sin límites. Cada hombre se veía a sí mismo en ese espejo de Dios errante. La frente tenía la forma exacta del firmamento. La augusta cabeza era una parábola de la infinita misericordia, y sus labios el silbido eterno del buen pastor.

Su cuello... en él sonaban los cedros del Líbano. El cabello le caía como las cascadas del Tigris y el Eúfrates. Era el cabello de la eternidad que se ve en los sueños.

Su color era de cobre oscuro y de metales no descubiertos. Los hombros estaban expresamente construidos para la cruz. El pecho era seguro como la roca de su propia Iglesia, y estaba hecho para reclinar en él la cabeza moribunda de los crucificados. Sus manos trabajadoras veían tanto como sus ojos. Sus pies eran mensajeros infatigables de su corazón. Ah, ¡quién podrá decir tanta hermosura como se muere, vertical, irreconocible, sin memoria, sobre la cruz!

jueves, 25 de marzo de 2010

La menestra



"Según la ley de utilidad marginal, un plato de menestra quita el hambre del hambriento, y dos le satisfacen, pero cinco le matan. Esto es exactamente lo que ocurre con las noticias, que su abundancia y contradicción hacen que se anulen unas a otras, y todo ocurre como si no existiese ninguna, y no importan en absoluto, o causan vómito, o la huida hacia el no querer saber nada de nada. Pero es también lo mismo que sucede en esos otros aspectos culturales, los servicios del Estado en este sentido, el poeta para cada mil habitantes, por ejemplo, como dice Kerketgaard; y he aquí entonces que lo único que podría librarnos de esos poetas, y demás escritores, filósofos o artistas, todos ellos funcionarios o protegidos para el bien público de la cultura establecida, sería el analfabetismo o, por lo menos, la ausencia total de lectura y la deserción de las muestras de arte. Es para pensar el asunto, porque si lo que se llama la cultura sigue el proceso ascendente de estos años, ya estamos muy cerca de los cinco platos de menestra, ineluctablemente letales, de los que hablaba arriba".

Así escribe Jiménez Lozano, tipo de aspecto frágil y menudo, que tumbaría intelectualmente al primer asalto a cualquiera de nuestros pesos pesados.

sábado, 20 de marzo de 2010

Amadeus ha vuelto





18 de marzo. Algo aturdido en este cacofónico país, paseo por la ribera del Arlanzón y escucho un milagroso solo de flauta mágica. El solista domina el pentagrama y suelta un chorro sostenido de música trinada que alegra de verdad el corazón.


Sobre el brazo tendido de un viejo álamo, el virtuoso contempla el atardecer de una ciudad que suspira desde hace tiempo por la primavera. Presumido y feliz, luce un impecable y brillante chaqué negro, rematado por un vistoso pico naranja o grano de maíz. Le he reconocido al instante. Tras unas aventureras vacaciones en la villa gallega de Bayona, Amadeus, mirlo aventajado de la escuela de Mozart, ha vuelto a Burgos.

lunes, 15 de marzo de 2010

“Miguel, estamos todos”

























Miguel Delibes agonizaba la madrugada de un viernes casi de primavera, en su casa de siempre, en Valladolid. Cuenta Juan Cruz, en El País, que reinaba un denso y respetuoso silencio entre los hijos y nietos que rodeaban al escritor. Hasta que Pepi, la mujer de Germán, grancanaria de nacimiento, tomó las manos de su suegro y le dijo en voz alta: —Miguel, estamos todos; te queremos mucho. Ahí rompió la familia a llorar. Y fue lo último que escuchó don Miguel, una gran verdad por otra parte, pues nunca estuvo solo el hombre al que la muerte de su mujer, Ángeles, dejó tan triste.


El sábado, los hijos y los nietos estaban conmovidos en la catedral. Acudió todo el mundo. Lo que había dicho Pepi se convertía en una verdad abrumadora, gracias a un gentío que, en su recogimiento, ofrecía a Delibes una despedida emocionante. Es raro ver a un hombre que solo escribía y paseaba por las calles de su pueblo, despedido como si fuera un héroe, al final de una batalla en la que no quiso hacer ruido. Andreu Teixidor, que fue su editor en Destino durante años, le definía como “una rara excepción en un mundo de opereta".


El Valladolid y el Real Madrid, que jugaban esa tarde en el Zorrilla, enviaron mensajes de condolencia y coronas. Los hijos de Delibes recordaron entonces la etapa en que el padre fue cronista de fútbol, y lo mucho que luego le gustaba verlo por televisión, igual que el ciclismo y el tenis. Pero en los últimos tiempos, además de ver mal, tampoco quería ver nada. Su hijo Miguel, que habló al final de la misa, contó a los feligreses que su padre ya estaba más pendiente de la otra vida que de ésta. Su esperanza era abandonar para siempre estos páramos, y lo hizo al clarear el día, con las palabras esenciales de Pepi acariciando sus oídos.

viernes, 12 de marzo de 2010

Señora de rojo




Si el borroso matasellos de la respuesta no me engaña, escribí un christma a Miguel Delibes en diciembre de 1990, con una doble felicitación por la Navidad y por el Premio Cervantes. Y con la osadía de sugerirle el tema de una novela: su mujer y su familia.


Delibes me contestó, como solía, con un sello pegado a un tarjetón sin sobre, y al dorso su agradecimiento y una excusa: “No soy escritor de oficio. No escribo lo que quiero sino lo que puedo, lo que me exige dentro de mí ser expuesto”. Justo un año más tarde llegaba a las librerías Señora de rojo sobre fondo gris.


Para cualquier lectora joven, Señora de rojo me parece una clase impagable sobre el difícil arte de ser mujer. Y, para todos, es el retrato cumplido que Miguel Delibes nos ofrece de “una mujer que con su sola presencia aligeraba la pesadumbre de vivir”. Y también una delicada y original historia de amor. Y un canto a la familia. Y una profunda lección de humanismo.

miércoles, 10 de marzo de 2010

La mujer del saco



Durante la Segunda Guerra Mundial, una mujer polaca consiguió permiso para trabajar en el Ghetto de Varsovia como enfermera, y también como especialista de alcantarillado y tuberías. Los nazis tenían miedo a una epidemia de tifus y toleraban que los polacos controlaran el recinto.


Pero aquella mujer sacaba bebés escondidos en su maletín de enfermera y en el fondo de su caja de herramientas. También llevaba un saco de arpillera en la parte de atrás de su camioneta, para niños mayores. Iba acompañada por un perro entrenado para ladrar a los soldados nazis cuando entraba y salía del Ghetto. Los ladridos ocultaban el llanto de los bebés. Así salvó a 2.500 en año y medio.


La Gestapo la descubrió, la torturó y le rompieron ambas piernas y los brazos, pero no reveló nada. Se llamaba Irena Sendler. Murió en 2008, después de haber vivido casi un siglo. Su historia se puede leer en Wikipedia. Los judíos la propusieron para el Premio Nobel de la Paz en 2007, pero se lo llevó un tal Al Gore por unas diapositivas sobre el Calentamiento Global.

domingo, 7 de marzo de 2010

Los Profetas



* Después de su primera prueba, el cazatalentos escribió: “¡No puede actuar! ¡Ligeramente calvo! ¡Baila muy poco!”, refiriéndose a Fred Astaire.


* A Beethoven, su profesor de violín le aseguró que no tenía futuro como compositor.


* Los profesores de Edison dijeron que era demasiado estúpido para aprender algo o crear algo útil.


* Einstein no habló hasta que tuvo cuatro años de edad y no leyó hasta cumplir los siete. Su maestro lo describió como “mentalmente lento, insociable, perdido en sus sueños”. Rechazaron su admisión en el Colegio Politécnico de Zurich por considerarlo incapaz.


* A Walt Disney le despidió el editor de un periódico por falta de ideas. También se fue a la bancarrota varias veces antes de construir Disneylandia.


* Dieciocho editores rechazaron Juan Salvador Gaviota, la novela de diez mil palabras de Richard Bach, antes de que MacMillan la publicara en 1970. En 1975 se habían vendido más de siete millones de libros sólo en Estados Unidos.


* ¿Conclusión? Parece que uno es el más indicado para hacer profecías sobre sí mismo. Ya lo dijo Henry Ford: "Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, es verdad, tienes razón".

lunes, 1 de marzo de 2010

El Día de la Transparencia





Leo en La Gaceta (Intereconomía) que la Junta de Castilla y León pagará a Ginemédica 600 euros por cada aborto. En total, la clínica abortista recibirá 750.000 euros hasta el 2012, por los abortos que practique a mujeres beneficiarias de la Seguridad Social en la provincia de Valladolid.


También leo que la Junta de Castilla y León expresó su voluntad política contra el aborto con la Ley de Apoyo a la Mujer Embarazada, pero hasta hoy no ha presupuestado ni un euro para ayudar a dichas mujeres.


Teresa Zurro, jefa de prensa de la Consejería, ha explicado que el concierto con Ginemédica obedece a una política de transparencia, y a mí me ha parecido una metáfora realmente mortal. Además, mucho me temo que Juan Vicente Herrera y Teresa Zurro se van a acordar de su argumento el Día de la Transparencia Universal, ese momento en el que Dámaso Alonso, a solas ante el único Juez insobornable, sitúa la gran pregunta: ¿Qué le dirás cuando en silencio te pregunte qué has hecho?