A pesar del reconocimiento académico del que goza y de los premios
recibidos (entre ellos, el Ratzinger de teología, en 2012), Rémi Brague es un
pensador casi desconocido por el gran público. Profesor de Filosofía Medieval
en la Sorbona
y especialista en filosofía judía y árabe, se ha propuesto repasar las grandes
concepciones antropológicas, reflexionar sobre el sustrato cultural y religioso
de Occidente y superar la deriva antihumanista de la cultura contemporánea.
En este pequeño
libro-entrevista, el profesor francés dialoga con Giulio Brotti y nos ofrece, en 140
páginas, una buena introducción a su rico pensamiento.
Nuestra concepción de la
historia peca, según Brague, de historicista. Y por eso, cuando estudiamos las
ideas nos preguntamos cómo surgieron, no si son verdaderas. Es cierto que
leemos historia, pero a menudo para hacer turismo virtual y para justificar
nuestras propias ocurrencias, amparados en que nada es nuevo bajo el sol.
Mientras triunfa la
posverdad, despreciar la verdad y juzgarla peligrosa casi se ha convertido en
una señal de buen tono. Esa
desconfianza le parece a Brague un lujo de niños malcriados. Y comenta que a
quienes durante muchos años estuvieron obligados a mentir, afirmando que vivían
en un “socialismo real”, no se les ocurre mirar a la verdad por encima del
hombro.
Por esa frivolidad
posmoderna, mucho de lo que se publica sobre historia son reconstrucciones
fantasiosas del pasado, falsificadas por una ideología. Es muy conocida la
sentencia de Comte: “La doctrina que haya explicado suficientemente el conjunto
del pasado, obtendrá inexorablemente, gracias a esa única prueba, la dirección
intelectual del porvenir”.
El hecho –dice
Brague- es que estamos intoxicados por historias oficiales que ocultan lo que
verdaderamente sucedió, mediante una selección interesada de datos y
documentos. Así, por ejemplo, “la imagen de un Medioevo oscurantista está muy
presente entre los sabios de pacotilla que controlan el discurso público y de
los medios”. Esos mismos manipuladores nos dirán que el Renacimiento es el
Medioevo más el hombre, cuando en realidad es el Medioevo menos Dios, con la
tragedia añadida de que, habiendo perdido a Dios, el Renacimiento habría
perdido también al hombre.
Así como el
Renacimiento dio la espalda a la
Edad Media, el esfuerzo por emanciparse del pasado ha dado
lugar a una modernidad esencialmente técnica e instrumental. Esa emancipación
no se ha hecho desde una propuesta alternativa, sino desde la mera negación, y
eso constituye un efectivo parasitismo, un vivir –como escribió Ortega- “precisamente
de lo que se niega y otros construyeron o acumularon”.
Tampoco es verdad que
todo sea nuevo bajo el sol. Hay problemas inéditos. Hoy Occidente, a diferencia
de épocas pasadas, toma en consideración la posibilidad de poner fin a la
historia, no necesariamente de modo cruento, sino favoreciendo el invierno
demográfico. “Ser o no ser” es un dilema superado por la verdadera cuestión: la
de saber si la vida merece ser dada, transmitida. Saber simplemente si es buena.
Muy crítico con sus
compatriotas del Siglo de las Luces, Brague los toma por divulgadores que se
autoproclamaron filósofos, y pone como ejemplo de frivolidad a Diderot, que
“siempre pasa de largo con firmeza de sonámbulo ante las cuestiones
importantes”.
En su radiografía de
la modernidad, Rémi Brague señala que el proyecto moderno ha tenido grandes
logros. Pensemos en los avances de la medicina o de la agricultura, que
permiten nutrir a un gran número de personas que en el pasado ni siquiera
habrían nacido. La modernidad nos ha dado también una ciencia de la naturaleza muy
superior a la antigua, hasta el punto de que Aristóteles apenas parece un
científico al lado de Galileo.
En otros aspectos, la
crítica de Brague se parece mucho a la de Bauman, Baudrillard o Lipovetski. “Lo
que nuestros contemporáneos entienden por libertad coincide con la rendición a
la más completa de las servidumbres. Me refiero a la pretendida libertad del
trabajador-consumidor, atado de pies y manos a deseos que él cree suyos pero
que le han sido inducidos por una publicidad en forma de moda o reclamo”.
La modernidad líquida
va a disolver compromisos que la humanidad ha considerado intocables. Brague
explica que pertenece a la lógica del amor no reconocer un límite temporal.
“Para siempre”, lejos de ser una fórmula enfática, responde a la estructura
esencial del amor. Y no se necesita apelar a la religión para constatarlo.
Eurípides hizo decir a Hécuba, ante Menelao: “No ama quien no ama para
siempre”. Sin embargo, esta lógica está muy lejos de las nuevas generaciones.
Su dificultad para comprometerse quizá derive de una duda sobre sí mismos. “Como
explica magníficamente Vladimir Soloviev, para poder creer en otra persona, y
para amarla con un amor auténtico, hay que creer primero en uno mismo, y hay
que creer más radicalmente en Dios”.
Al
analizar la idea de progreso –o más bien de un Progreso con “P” mayúscula-, Brague
desenmascara la falacia que supone, a partir del incontestable aumento de
nuestro conocimiento científico, concluir que tal avance nos conducirá a la
mejora social, política y moral. Falacia con vitalidad sorprendente, pues “los hombres
de hoy tenemos la amarga experiencia de que las cosas no funcionan
automáticamente de esa manera”.
En su incansable
empeño por restaurar conceptos, Rémi Brague nos pone en guardia frente a los
valores. Piensa que la palabra esconde una trampa, pues “insinúa la defensa de
un subjetivismo radical según el cual seríamos nosotros los que conferiríamos
un valor”. Y confiesa que cuando oye la palabra “diálogo” está tentado de
desenfundar, “no una pistola, pero sí todo mi escepticismo. Demasiado a menudo
no se asiste a otra cosa que a monólogos paralelos envueltos en azúcar”.
Obras de Rémi Brague
en castellano
- Europa, la vía romana (Gredos, 1995)
- Mitos de la Edad Media (Nuevo Inicio, 2013)
- En medio de la Edad Media. Filosofías medievales en la cristiandad, el judaísmo y el islam (Encuentro, 2013)
- Sobre el Dios de los cristianos (BAC, 2014)
- Lo propio del hombre: una legitimidad amenazada (BAC, 2014)
- ¿A dónde va la historia? Dilemas y esperanzas (Encuentro, 2016)
- Moderadamente moderno (BAC, 2016)
- El reino del hombre (Encuentro, 2017)