Él trabaja a disgusto
en una empresa. A ella, perfeccionista, le supera la casa. Sus tres niños
sufren la frustración de ambos. Hasta que un trágico accidente obliga al marido
a quedarse en casa, y a su esposa a ganar dinero fuera. Entonces, al invertirse
los papeles, desaparece el desencanto. Él empieza a conocer realmente a sus
hijos y se revela como un magnífico padre. Ella puede desplegar sus muchas
cualidades en su nuevo trabajo, hasta duplicar el antiguo sueldo de su esposo. Para
los niños se abre también una nueva vida, en la que disfrutan realmente de sus
padres. En pocos meses, cinco seres insatisfechos durante años han logrado que
florezca su auténtica personalidad, en un clima de servicio mutuo, cariño y
confianza.
No estamos ante una
historia dulzona, sino dramática, inteligente y muy entretenida, que pone de
manifiesto la importancia de las segundas oportunidades, la dificultad de
entender cabalmente a los demás, el peligro de juzgar y encasillar a las
personas, así como la poesía del trabajo en casa. Dorothy Canfield nos da –sin
pretenderlo- una simpática lección de psicología y pedagogía, ilumina el arte
de las relaciones familiares y laborales, y aborda problemáticas tan actuales
como la conciliación y la responsabilidad social de la empresa. Por eso
sorprende que Dulce hogar, The Home-Make,
fuera publicada por primera vez en 1924. Un nuevo acierto esta elección de Ediciones Palabra, y una gran traducción.
Dulce hogar, Dorothy Canfield, Palabra,
2016
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