En 1996 dejé de ser profesor en Secundaria, convencido de que la LOGSE era una tomadura de pelo. Quince años más tarde he vuelto a dar clases, pero en la Universidad, en primer curso. Mis nuevos alumnos tienen dos años más que aquellos colegiales de 3º de BUP, pero –para mi sorpresa- su nivel académico es inferior: comprenden menos, piensan menos y se expresan peor, tanto de palabra como por escrito.
¿Qué ha sucedido en estos tres lustros? Pues que los españoles más jóvenes han sido víctimas de dos revoluciones simultáneas, que han sumado sus efectos: la LOGSE e Internet. Ambas han causado la reducción drástica del esfuerzo intelectual y han provocado una auténtica mutación: del Homo Sapiens, producto de una cultura escrita milenaria, al Homo Videns, infraeducado por la imagen. Ahora ya sabemos que, si la lectura despierta y aviva la inteligencia, las imágenes la mecen y adormecen. Por eso conocemos también el remedio para esta involución: bastaría con recuperar el protagonismo de la lectura. Tal vez no resulte fácil, pero el éxito estaría asegurado: las neuronas de nuestros jóvenes gozarían de buena forma con menos Internet y más lectura, con menos facebook y más the face in the book.