Con cincuenta años y una familia típica, él ha descubierto que una chica internauta le llama más que su mujer. Y se ha largado con ella.
Con cuarenta años, una mujer siente que su marido y sus tres hijos le impiden ser libre y feliz, y ha tomado la decisión de divorciarse, mientras busca su pareja ideal por internet.
Sin conocer la red, los griegos ya pensaban que la estupidez humana -también la tuya y la mía- es lo único contra lo que los dioses no pueden hacer nada.