domingo, 12 de febrero de 2012

Shackleton





En medio del duro invierno burgalés, solo por debajo del siberiano, leo la odisea de Shackleton en la Antártida, después de que el Endurance quede atrapado entre placas de hielo y se hunda en las gélidas aguas. Veo al intrépido irlandés con sus veintisiete hombres, sobreviviendo durante casi dos años sobre témpanos a la deriva, obligados a comerse los cincuenta huskies destinados a tirar de los trineos.

Tras el rescate, uno de ellos dirá de su jefe: "Para la dirección científica, dadme a Scott; para un viaje rápido y eficaz, a Amundsen; pero cuando estéis en una situación desesperada, cuando parezca que no existe una salida, arrodillaos y rezad para que venga Shackleton".

Alfred Lansing, después de leer los diarios de los miembros de la tripulación y de entrevistar a los que aún vivían, publicó en 1959 La prisión blanca, convertido ya en un clásico de los libros de aventura. El sobrio y sencillo Shackleton de Lluís Prats, publicado en 2011 por Bambú (Casals), me ha parecido excelente, y creo que gustará a lectores entre 8 y 80 años.