Intentarán concentrarse en los exámenes finales, pero no podrán olvidar que han visto Amor bajo el espino blanco. Porque, si hace dos meses habían estudiado la mímesis y la catarsis en el teatro griego, esta mañana han sentido su profunda atracción y conmoción.
Me quedaría corto si
afirmara que se trata de una hermosísima película. Tendría que añadir, con palabras de
Steiner, que la fuerza y la emoción de Zhang
Yimou, como las de Shakespeare y Homero, como la tristeza y el idealismo de
Don Quijote, como la luz que entra por la ventana de Vermeer, como la alegría
de Vivaldi y de Mozart, “están hablando de lo mismo en el momento exacto en que
las palabras fracasan”.
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