La posverdad catalana nos descubre ahora que Serrat ha sido criptofascista durante medio siglo. Mientras me recupero, leo a Edurne Uriarte y no me resisto a transcribir dos párrafos de su columna en ABC:
ESPAÑOLES QUE NO FACHAS
JOSÉ
Luis Rebordinos, director del Festival de Cine de San Sebastián, defendió hace
unos días el punto de vista humorístico de la película Fe de etarras afirmando
sobre ETA que «por supuesto que hablamos de una banda fascista y asesina». Pues
no, además de banda asesina, ETA es ultranacionalista y comunista, pero no
fascista, rasgo ideológico que nunca estuvo en su ideario. Pero vivimos en un
país en el que hay que recordar este dato tan conocido una y otra vez, porque
la izquierda ha impuesto determinada lectura manipulada de la realidad según la
cual no sólo el comunismo es estupendo o no existe la xenofobia en el
nacionalismo catalán o vasco, sino que todo lo que no les gusta es fascista,
aunque sea abiertamente ultraizquierdista como es el caso de ETA.
En ese ambiente falsificado durante
décadas se moviliza estos días la sociedad civil española en contra del golpe
independentista. Y por eso alguno de los vídeos que circulan por las redes
sociales clarifica que los contrarios al referéndum ilegal y partidarios de
nuestro sistema democrático y descentralizado y de la unidad de España no somos
«fachas», sino españoles. Y hay que perder el tiempo explicando esta obviedad
porque llevamos décadas de adoctrinamiento ideológico, según el cual los
nacionalismos extremistas como el catalán que acaba de saltarse todos los
procedimientos democráticos y legales son «progresistas», mientras que el
nacionalismo español democrático y defensor de uno de los Estados más
descentralizados del mundo es «facha».