En
este mes de los difuntos uno se acuerda de Sócrates, claro. Por Platón y
Jenofonte, sus más aventajados discípulos, conocemos la defensa del maestro
en el célebre juicio que le condenó a beber la cicuta. Ediciones Rialp ha
tenido el acierto de reunir ambas joyas en un volumen bien anotado, pequeño y
elegante.
Las
dos Apologías tienen en común el
planteamiento brillante y ameno de cuestiones tan fundamentales como el respeto
a la conciencia, la obediencia a las leyes, la práctica de la virtud y la reflexión
sobre la muerte. Asuntos de máxima relevancia en cualquier época, porque tocan
la esencia de la condición humana. Si la Apología
de Platón es breve, la escrita por Jenofonte son apenas veinte páginas que
se saborean serenamente en menos de una hora. Nadie
podrá decir que no tiene tiempo para esta lectura, y dudo que deje indiferente
a algún lector. Como botón de muestra, las últimas palabras de Sócrates a sus
jueces: “Bien, ha llegado la hora de marcharnos. Yo para morir, vosotros para
vivir. Entre vosotros y yo, ¿quién sale ganando? Esto nadie lo sabe, solo Dios”.