Rialp apuesta por Scruton y acierta.
A Roger Scruton (1944) le apasionan el arte, la
música, la filosofía, la religión, la política, la universidad, la biología, la
neurociencia… Su enorme cultura le permite ser muy crítico con las modas y los
tópicos intelectuales, y su brillantez oral y escrita le ha convertido en
referencia intelectual obligada.
En El alma del mundo sostiene que hay dos formas de abordar la
realidad: desde la física y desde el sentido. Y argumenta que ni la ciencia, ni
la música, ni la arquitectura, ni una simple sonrisa se explican por su base
material. Aun cuando alcanzáramos la ciencia total de las causas, todavía
necesitaríamos buscar el sentido de la vida, de la muerte y del mundo en su
conjunto. Intuimos entonces un Creador, fuente de todo sentido, que ha de ser
una persona con quien podamos relacionarnos.
Más convincente nos parece
Scruton cuando despeja la vía hacia Dios, y menos cuando llega a la meta, en la
que tampoco se detiene mucho. Pero la fuerza y el interés de esta obra están
precisamente en la bien argumentada defensa del pensamiento humanístico y de la
verosimilitud de la fe, frente al craso positivismo que tantas veces se da por
incontestable. Se trata de un empeño intelectual de Scruton a lo largo de
muchos años. Por eso estas páginas son también una buena manera de entrar en
contacto con un autor al que interesa conocer.
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