Pues Lima es una ciudad de 9
millones de almas, donde no llueve nunca, con kilómetros de playa sobre
el Pacífico y temperatura excelente todo el día. El casco
histórico incluye una plaza mayor deslumbrante, rodeada por las
plazuelas y las iglesias preciosas de jesuitas, dominicos, franciscanos y
mercedarios. El barroco colonial es una maravilla, en especial las
pinturas de artistas nativos.
La impresión más fuerte de mi
semana peruana han sido las personas, su cordialidad. Camareros,
taxistas, profesores… En mi primer encuentro con alumnos de 15 años, un
buen grupo de chicos y chicas demostró una educación sorprendente.
Después comprobé que era lo habitual. Por mi parte, siguiendo el consejo
de Carlos Soria, he procurado estar a la altura y no ser “godo”, hablar
suavesito y agradecer todo.
La mezcla de razas y colores
es llamativa: chinos, japoneses, mulatos, cholos, blancos…, en amor y
compañía, más o menos. El país está muy por encima de la imagen que creo
tenemos en España: crece, desde hace años, a un ritmo rápido y
sostenido. Me cuentan que los parados españoles están llegando por
oleadas, y no precisamente a hacer turismo.
La gastronomía del país se
está poniendo de moda en el mundo, y no me extraña: he probado un
pescado preparado solo con limón, el “ceviche”, realmente delicioso, con
unas bebidas muy animantes…
Las normas de tráfico son
implícitas, la circulación es endiablada, y si no hay constantes
accidentes es porque todos los peruanos manejan con un sexto sentido
-incluso un séptimo- que les hace ser conductores consumados.
En Misa, el domingo, enorme
iglesia llena a las 9:30 de la mañana, con gente de todas las edades,
con mucha devoción y respeto, con personas rezando largamente ante el
Santísimo.
¿Por dónde cruzan la calle las
ardillas? Por los cables del tendido eléctrico, como Pedro por su
casa. Es un mínimo detalle para ilustrar un mundo entre el realismo
mágico y el surrealismo puro, que supera con mucho la imaginación de
cualquier novelista. El miércoles almorcé con el presidente de Aldeas
Infantiles. Me contó que era responsable de 13.000 huérfanos, ¡con la
patria potestad sobre todos y cada uno!
Siento mucho haber estado solo
un día en Arequipa, ciudad sin nubes, con ríos de taxis y una Plaza de
Armas difícil de olvidar, como la gente del colegio El Pilar.
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