jueves, 15 de noviembre de 2012

En Lima y Arequipa













Pues Lima es una ciudad de 9 millones de almas, donde no llueve nunca, con kilómetros de playa sobre el Pacífico y temperatura excelente todo el día. El casco histórico incluye una plaza mayor deslumbrante, rodeada por las plazuelas y las iglesias preciosas de jesuitas, dominicos, franciscanos y mercedarios. El barroco colonial es una maravilla, en especial las pinturas de artistas nativos. 

La impresión más fuerte de  mi semana peruana han sido las personas, su cordialidad. Camareros, taxistas, profesores… En mi primer encuentro con alumnos de 15 años, un buen grupo de chicos y chicas demostró una educación sorprendente. Después comprobé que era lo habitual. Por mi parte, siguiendo el consejo de Carlos Soria, he procurado estar a la altura y no ser “godo”, hablar suavesito y agradecer todo.
 
La mezcla de razas y colores es llamativa: chinos, japoneses, mulatos, cholos, blancos…, en amor y compañía, más o menos. El país está muy por encima de la imagen que creo tenemos en España: crece, desde hace años, a un ritmo rápido y sostenido. Me cuentan que los parados españoles están llegando por oleadas, y no precisamente a hacer turismo.
 
La gastronomía del país se está poniendo de moda en el mundo, y no me extraña: he probado un pescado preparado solo con limón, el “ceviche”, realmente delicioso, con unas bebidas muy animantes…
 
Las normas de tráfico son implícitas, la circulación es endiablada, y si no hay constantes accidentes es porque todos los peruanos manejan con un sexto sentido -incluso un séptimo- que les hace ser conductores consumados.
 
En Misa, el domingo, enorme iglesia llena a las 9:30 de la mañana, con gente de todas las edades, con mucha devoción y respeto, con personas rezando largamente ante el Santísimo.
 
¿Por dónde cruzan la calle las ardillas? Por los cables del tendido eléctrico, como Pedro por su casa. Es un mínimo detalle para ilustrar un mundo entre el realismo mágico y el surrealismo puro, que supera con mucho la imaginación de cualquier novelista. El miércoles almorcé con el presidente de Aldeas Infantiles. Me contó que era responsable de 13.000 huérfanos, ¡con la patria potestad sobre todos y cada uno!
 
Siento mucho haber estado solo un día en Arequipa, ciudad sin nubes, con ríos de taxis y una Plaza de Armas difícil de olvidar, como la gente del colegio El Pilar.
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