"Con la efigie del amor se acuña mucha moneda falsa". Nos lo dice Platón para explicarnos, con envidiable facilidad, la frecuente confusión entre amor y sexo. Cuando se lo cuento a un correoso grupo de lectoras de Vigo es Vivaldi, se monta un tumulto como el de los plateros de Éfeso. Ese Platón no sabía de lo que hablaba, tenía unas ideas súper antiguas, ¡grande es la Artemisa de los efesios!, y ya nadie piensa así.
¿Nadie? ¿Y ese millón de jóvenes que andan estos días por Madrid? ¿También ellos son súper antiguos, quizá no tan inteligentes como vosotras?
Así fue como la JMJ y la sociología me salvaron, ayer, in extremis, de las iras de 40 chiquillas no tan chiquillas, que se quedaron bastante pensativas...
Ahora leo a García-Máiquez. Una contracción lumbar con tortícolis anexa le ayuda a escribir que "el mensaje que entusiasma a tantos jóvenes no es el imposible y a la vez obvio Carpe diem, sino el Carpe aeternitatem. Y eso sí vale, gracias a Dios, para todos, incluso para los achacosos, aunque lo veamos desde donde nos ha tocado: desde la primera fila de nuestros mullidos almohadones, molidos".