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Un niño sudanés es secuestrado a los 6 años. Poco después escapa,
corre durante tres noches y acaba en un campo de refugiados de Kenia.
Diez años más tarde, adoptado por una familia norteamericana, llega a
Nueva York, meses antes de de caigan las Torrres Gemelas. El contraste
entre su antigua y su nueva vida casi escapa a la imaginación del
lector, y más si tenemos en cuenta que ese adolescente se matricula en
la universidad, se convierte en atleta de élite y es el abanderado de los
casi 600 deportistas estadounidenses en la Olimpiada de Pekín.
Correr para vivir, una historia llena de emoción y
amenidad, muy bien traducida al castellano, es un gran libro porque
también lo es su protagonista, Joseph Lomong. Y esa grandeza está tejida
con las fibras del optimismo, la preocupación constante por los demás,
el esfuerzo diario y una inquebrantable confianza en Dios.
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