viernes, 21 de marzo de 2014

Las causas del aborto

Alejandro Navas, El aborto, a debate, EUNSA, 2014, 150 págs., 10 €

Este pequeño libro es una inesperada lección de historia contemporánea, donde se hace patente la grandeza y la miseria de la democracia y sus partidos, de los resortes del poder y de la libertad informativa. El sociólogo y profesor Alejandro Navas tiene a su favor, además de múltiples saberes, la serenidad y el nervio narrativo del buen periodismo. Reconozco que lo he leído con interés creciente de la primera a la última página, sorprendido –a través del hilo conductor del aborto- por el certero informe sobre España y Europa en las últimas décadas. Análisis elaborado a base de referencias históricas, jurídicas, filosóficas, económicas y políticas, con multitud de datos relevantes y observaciones inteligentes. 

En el pasado hemos discriminado a la mujer y traficado con esclavos. En el siglo XX hemos inventado la cámara de gas, arrojado bombas atómicas y provocado mil millones de abortos, mientras se nos llena la boca con apelaciones a la solidaridad y a los derechos humanos. Para el autor, el aborto no es una lacra aislada, sino la cara más inhumana de la crisis que padece la civilización occidental desde el inicio de la última centuria, junto a desmesuras como la revolución bolchevique, el nazismo y las guerras mundiales. Europa es un infierno iluminado por la condescendencia del sol, dijo Papini por entonces.

¿Cómo hemos podido eliminar a esos mil millones de inocentes? En las páginas 139 a 143 encontramos la enumeración de una decena de causas. La principal me parece la evolución –quizá revolución- que han experimentado los conceptos y las vivencias de la sexualidad y del amor (pág. 102). “Si el horizonte vital de tantas personas del primer mundo no va más allá del disfrute inmediato, y el sexo ocupa un lugar central en el supermercado del placer, la proliferación del aborto será una consecuencia necesaria”. Los griegos ya sabían que la primera víctima del hedonismo es la cabeza, y ahora lo comprobamos al oír al presidente de Extremadura afirmar que nadie puede obligar a ser madre a una mujer embarazada. El derecho a eliminar la vida no nacida ni siquiera se argumenta, se postula sin más, con una mezcla de crueldad e infantilismo que retrata muy bien a nuestra cultura. 

Quizá sin proponérselo, el profesor Navas también nos brinda en este libro un fino argumentario sólido en los datos, impecable en la lógica, brillante en muchas páginas. ¿Un ejemplo? A quien sostiene que se puede matar a la propia madre no hay que darle argumentos, dijo Aristóteles, sino azotes. ¿Qué diría usted a quien invoca el derecho a matar a su hijo, y además con cargo a los presupuestos del Estado?