viernes, 30 de mayo de 2014

Caseta 301



Si pasas por la Feria del Libro de Madrid, el sábado y el domingo nos vemos en la caseta de la editorial Palabra.
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domingo, 25 de mayo de 2014

Rocío en Roma



Escribe Rocío:

El UNIV, más que un congreso universitario internacional, han sido unos movidísimos días en Roma, donde hemos visto, pensado, aprendido y hablado mucho más de lo que podíamos imaginar. Y es que Roma, más allá del turismo y de sus adoquines reñidos con los tacones, más allá de los infinitos sabores de sus “gelatti”, representa y contiene el principal motivo de nuestra estancia: las raíces cristianas y el Papa.

Entre mis muchas sorpresas, el contraste entre riqueza y pobreza. Me dice una amiga que debe ser por las pocas ciudades que he visitado en mi vida, pero eso no quita el gran contraste entre los miles de turistas con el estómago lleno de pizza y spaghetti, y otros miles de errantes que tratan de llenar su tripa con la limosna de los primeros, que solo bajarán la vista para verlos si el sol les molesta demasiado y si, por supuesto, no tienen un móvil entre las manos.
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martes, 20 de mayo de 2014

"Hice lo que tenía que hacer"



El pasado 2 de diciembre, en el Cross de Burlada (Navarra), el corredor que iba destacado en cabeza se equivocó pensando que había cruzado la línea de meta, dejó de correr y se puso a saludar al público. Era el medallista olímpico Abel Mutai, bronce en 3.000 obstáculos en Londres. Iván Fernández, campeón de Euskadi en las últimas cuatro ediciones, venía segundo y se dio cuenta, se paró detrás del keniano y le condujo hasta la meta, como se aprecia en el vídeo. Después declaró: “No merecía ganar. No le hubiera alcanzado si no se equivoca. Hice lo que tenía que hacer”.
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jueves, 15 de mayo de 2014

Conchita en Eurovisión













Resumo un artículo de Benigno Blanco en paginasDigital.es, titulado ¿El hombre es dios y Eurovisión su profeta?
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Este año el festival de Eurovisión nos ha acercado un poco más al mundo de la novela 1984 de Orwell: el gran hermano televisivo construye una realidad puramente ficticia para vendernos una verdad sobre lo humano ajena a la realidad de las cosas, pero que interesa al poder establecido. La diferencia con el mundo totalitario imaginado por Orwell es que lo que en éste era sórdido y gris, en el gran hermano eurovisivo es glamuroso y estéticamente brillante. La gran semejanza es que en ambos casos la finalidad es destruir a la persona para garantizar el poder de las élites del momento.
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Eurovisión nos ha presentado a un personaje ficticio (Conchita es en realidad un señor llamado Tom Neuwirrth) e imposible (el andrógino, la mujer barbuda), como símbolo de la capacidad del ser humano de crearse a sí mismo, definiendo su sexualidad al margen de la naturaleza dada como hombre o mujer. Si la ideología de género es la rebelión del hombre contra su condición de criatura, Eurovisión ha sido su profeta por unas horas.
Una causa terrible aunque imposible: borrar la huella de la creación en el hombre, deshumanizar al ser humano convirtiéndolo en un dios que se autocrea a sí mismo sin presupuesto natural previo alguno, como el ave fénix que se construye a sí misma desde una ceniza informe previa. Tengo para mí que detrás de todo esto hay muchas causas. Pero más allá está la ideología de género en sus versiones más extremas, un motor cada vez más patente y determinante, que sobrevuela y a la vez subyace a todas las otras.
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Se trata del intento de algunos de crear una sociedad postreligiosa y específicamente postcristiana pues piensan que la religión –y en especial la verdadera– es algo a superar si queremos construir (como ellos quieren) un mundo sin Dios, mundo que imaginan sin guerra ni violencia, al haber desaparecido la gran causa de división que es –según ellos– la pretensión de verdad de la religión (verdadera). Pero acabar con la Iglesia por la vía tradicional de la violencia (matar curas y obispos, quemar iglesias, prohibir las actividad religiosa, etc) no funciona. Ni Hitler, ni Lenin, ni Stalin, ni Nerón, ni Mao, ni… lo consiguieron. Hay que buscar un nuevo método: eliminar la base, los cristianos. ¿Cómo? Deshumanizando al hombre. Sin hombres no habrá cristianos. ¿Y cómo deshumanizar al hombre? Destruyendo la imagen de Dios en el hombre: la sexualidad.
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Tienen razón: si no respetamos nuestra sexualidad, nuestra feminidad o masculinidad, renunciamos a lo que nos define como humanos pues no hay otra forma de ser humano que ser hombre o mujer. Para ser ave fénix hay que renunciar a ser hombre o mujer. Por eso, el género como ideología, el juego mefistofélico queer, es un intento de crear una sociedad posthumana y, por ende, postcristiana, un mundo sin Dios… y sin seres humanos, que serán sustituidos por alfas y betas adictos al soma (al sexo) como juego. Así pasamos de la distopía de Orwell a la de Husley, pero no importa pues ambas tienen en común lo mismo: el monopolio del poder por una élite que dirige y controla un rebaño de posthumanos con figura humana.
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Quien lea esto que no se asuste. Lo que he descrito es imposible, no sucederá. Pero si no lo atajamos a tiempo, su coste en vidas humanas (ahí está el aborto como testigo) y en felicidad personal puede ser tan terrible como el de los totalitarismos ideológicos del siglo XX. El paraíso del género no existirá nunca porque es imposible, como lo era el reich del milenio o el paraíso comunista. Para comprobarlo, ¿vamos a pagar el mismo alto coste humano que pagamos para desengañarnos de los mitos nazis o marxistas? Espero que no, que aprendamos a tiempo.
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El ficticio ave fénix de Eurovisión 2014 quizá no sepa nada de esto; probablemente él esté a lo suyo, sin más (no soy quién para juzgarle), pero en el juego global de la estrategia de género este espectáculo que las televisiones europeas acaban de dar es una pieza más del puzzle ideológico de nuestra época ante el que no podemos ni chuparnos el dedo ni mostrar indiferencia si queremos ser actores responsables de nuestra época.
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domingo, 4 de mayo de 2014

Le Goff


Ha muerto Jacques Le Goff, el gran medievalista francés. Luisa Corradini, en una entrevista para La Nación, nos cuenta que "recurrió a todas las disciplinas para estudiar la vida cotidiana, las mentalidades y los sueños de la Edad Media: antropología, etnología, arqueología, psicología. Sus obras mezclan conocimiento y perspectivas. Con ellas es posible introducirse en un medioevo fascinante, donde se estudiaba y se enseñaba a Aristóteles, Averroes y Avicena, las ciudades comenzaban a forjarse una idea de la belleza y los burgueses financiaban catedrales que inspirarían a Gropius, Gaudí y Niemeyer. En esa Edad Media masculina, la mujer era respetada, las prostitutas, bien tratadas y hasta desposadas, y solía suceder que las jovencitas aprendieran a leer y a escribir".

Después, Corradini le pregunta por el supuesto oscurantismo de la Edad Media. Le Goff responde:

-Aquellos que hablan de oscurantismo no han comprendido nada. Esa es una idea falsa, legado del Siglo de las Luces y de los románticos. La era moderna nació en el medioevo. El combate por la laicidad del siglo XIX contribuyó a legitimar la idea de que la Edad Media, profundamente religiosa, era oscurantista. La verdad es que la Edad Media fue una época de fe, apasionada por la búsqueda de la razón. A ella le debemos el Estado, la nación, la ciudad, la universidad, los derechos del individuo, la emancipación de la mujer, la conciencia, la organización de la guerra, el molino, la máquina, la brújula, la hora, el libro, el purgatorio, la confesión, el tenedor, las sábanas y hasta la Revolución Francesa.