jueves, 2 de marzo de 2017

La negación de lo evidente


Bauman, icono de la izquierda posmoderna, murió hace dos meses con la conciencia tranquila, después de llamar corruptos y estúpidos a los políticos europeos, y de repetir que el saldo de Internet es negativo por la proliferación del “odio anónimo”. Lo estamos viendo, una vez más, a propósito de la campaña que Hazteoír ha lanzado contra la matraca Trans, en defensa de lo evidente. Consiste en la contratación de un autobús que recorre varias ciudades españolas mostrando la diferencia corporal entre niños y niñas. Algo tan de sentido común ha levantado en armas a Cristina Cifuentes y a los nuevos censores sexuales, que se mosquean cada vez que se pronuncia a secas la palabra hombre o mujer, y se ponen histéricos cuando oyen hablar de sexo natural o de ciencia, ya sea biología o medicina.

Para zambullirnos de lleno en el esperpento, el Fiscal Superior de la Comunidad de Madrid, Caballero Klink, ha ordenado la apertura de diligencias de investigación por posible delito de incitación al odio, y no descarta la retirada de todos los libros de texto y manuales de anatomía y fisiología publicados hasta el momento. Si usted se pregunta qué puede hacer para frenar el sinsentido de este país kafkiano, recuerde el consejo de Orwell: "Hemos caído tan bajo que atreverse a proclamar lo obvio se ha convertido en el deber esencial de toda persona inteligente".
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