domingo, 20 de diciembre de 2009

Brueghel en Burgos




Diez ba
jo cero en la calle. En casa escribo y estornudo. Un amigo poeta, amigo también de la rima fácil, me apunta que, si Vigo es Vivaldi, Burgos es Brueghel. No le falta razón. Las nieves de fin de año amortajan el vallecillo por donde baja el tembloroso Arlanzón, entre la Cartuja y las Huelgas. Un paisaje ciertamente hermoso, un mundo en paz, perfecto como los arquetipos del griego si no fuera por esos álamos ateridos, que elevan sus ramas desnudas implorando el regreso de la primavera. Vuelvo a estornudar.