domingo, 10 de julio de 2011

Última etapa


El peregrino, impaciente, cubre de noche su última etapa. La aurora quiere asomarse en el cielo y el día se insinúa sobre los campos cuando divisa las torres del Obradoiro. A su memoria vienen los versos de un antiquísimo himno de la Liturgia de las horas:

"Caigan las sombras de la noche y las culpas del alma, mientras entonamos para Ti, Señor, un canto de alabanza. Que los primeros rayos dispersen todo lo innoble y ruin, y que un día estalle para nosotros el amanecer eterno que esperamos con humilde confianza".