domingo, 11 de octubre de 2009

Burgalés cumplido



Se nos ha ido Juan Carlos, de la mejor estirpe de los caballeros que cabalgan por el Cantar del Cid. A la Patria se nos ha ido. Y los que aún estamos en el exilio juzgamos que su marcha ha sido prematura. Para nosotros, y para quienes más le quieren, escribió estas palabras el gran Agustín de Hipona:


No llores si me amas. ¡Si conocieras el don de Dios y lo que te espera en el Cielo! ¡Si pudieras oír el cántico de los ángeles y verme en medio de ellos! ¡Si tuvieras ante tus ojos el horizonte que yo veo, los campos eternos y los senderos que atravieso! ¡Si por un instante pudieras contemplar, como yo, la Belleza ante la cual palidecen todas las bellezas!


¿Me has amado en el país de las sombras y no te resignas a verme en el de las realidades eternas? Créeme: cuando la muerte rompa tus cadenas como rompió las mías; cuando llegue el día que Dios ha fijado para que vengas a este Cielo donde yo te precedo, volverás a ver a quien te amaba y siempre te ama, y encontrarás tu corazón con todos sus amores purificados. Me encontrarás transfigurado y feliz, sin esperar ya la muerte, y avanzaremos juntos de la mano por los senderos de la luz y de la vida, bebiendo a los pies de Dios un néctar del que nadie se saciará jamás. Por tanto, enjuga tus lágrimas y no llores si me amas.