Tras una sencilla presentación, Larry empieza a comprobar que la conversación de esa chica es tan animada como su rostro: cada cuatro palabras, una va subrayada con ese énfasis entusiata tan típicamente femenino. Se llama Charity, y les va contando su vida y su matrimonio entre las tostadas de canela y el té, mientras tira de la lengua a los anfitriones para que hagan lo mismo. Pasan las horas y nadie quiere romper el encanto. Al final, Sally y Larry acompañan a Charity hasta un polvoriento Chevrolet y se quedan agitando las manos mientras el coche se aleja entre los árboles. “Nuestra última impresión de ella al verle torcer la esquina fue aquella sonrisa que se volvió a lanzarnos como si fuera un puñado de flores”.
A menudo, la magia de los primeros pasos de una amistad resulta inolvidable, como sucede a las dos parejas que protagonizan En lugar seguro. La estupenda novela de Wallace Stegner narra sabiamente la historia de esa estrecha relación, la vida de cuatro personas que ponen el amor y la lealtad por encima de los desacuerdos y fragilidades que también surgen a lo largo de varias décadas.