Marta se queja porque lleva tres días estudiando la Evolución y no se aclara. Yo recuerdo Un gol como metáfora y le respondo que se fije en Messi, en esa vaselina que cuela el balón por la escuadra, ante la impotencia del portero. Cuando Leo dispara, el balón dibuja una parábola sobre la diagonal del área y acaba en
Reconozco que el tema que trae a Marta de cabeza es en sí mismo peliagudo, hipercomplicado. De entrada, parece que la Evolución -o sea, la conexión filogenética entre todas las especies- es un hecho. Y el gran argumento que lo avala no es morfológico, sino bioquímico: el idéntico metabolismo de todas las formas de vida. Con otras palabras: no son los fósiles la prueba de la Evolución, sino el ARN y ADN presentes desde el principio de
Por otra parte, como nos recordó Ortega, nuestro conocimiento de la realidad es siempre perspectivista. La biología, en concreto, estudia al ser humano desde su perspectiva, sin captar otros puntos de vista esenciales, que no son biológicos: además de mamífero, el ser humano es libre, sentimental, inteligente, económico, ético, estético, histórico, político, cultural… Por ello, más que biológica, la Evolución es una cuestión interdisciplinar en la que –como poco- concurren cuatro enfoques: el biológico, el filosófico, el teológico y el ideológico. Pero la vida es un fenómeno tan extraordinario que la biología, la filosofía y la teología están muy lejos de comprenderla, y la ideología ni siquiera se lo plantea, pues solo busca su manipulación.
Con frecuencia se invoca el azar a la hora de explicar la organización de