martes, 2 de noviembre de 2010

El Emperador


Retrato vigoroso, insuperable, de Haile Selassie y Etiopía, un emperador y un país que encarnaron el esperpento durante medio siglo XX, aunque no más que Polonia y los países europeos que padecieron el comunismo por un tiempo parecido. Esta comparación, implícita, no es ajena a la intención del reportero polaco que -lejos de cargar las tintas- dulcifica la negra realidad con una ironía siempre amable.

Si en su momento fui deslumbrado por Ébano y Viajes con Heródoto, al disfrutar ahora con cada párrafo de El Emperador, pienso que Kapuscinski ha dado en estas páginas lo mejor de sí mismo. El libro, todo un alarde de estilo, se lee con asombro creciente y una sonrisa, pues su autor ha encontrado el tono tragicómico justo para una historia altamente sugestiva y surrealista. Por lo demás, la vida en la corte de Addis Abeba recuerda, a veces, episodios grotescos y mezquinos que protagonizan gobierno y oposición en nuestro país, sin ir más lejos.