lunes, 8 de noviembre de 2010

La vida de Elvira


A Elvira, chica de la progresía postfranquista, le provocaba sarpullido cualquier cosa que oliera a trascendencia. En consecuencia, ella y su gente se instalaron en una cultura comprometida con la intrascendencia, hasta que no lo soportaron y empezaron a evadirse. Pero toda evasión, si no es por elevación, tiene su precio.


En la entrevista que concede a Mercurio, Elvira Lindo, esposa de Muñoz Molina y mamá de Manolito Gafotas, reconoce que, por aquellos idealizados años ochenta, "la droga arrasó con muchos de mis amigos, y en cuanto a la cultura había un camelo tremendo". ¡Y tanto! El mismo camelo -¡ya es coincidencia!- que uno detecta en su última novela, donde la apuesta por la intrascendencia sigue siendo explícita, encarnada en unos personajes planos, llenos de vacío y con alma de esclavos, como diría Gustavo Bueno.